Opinión: Hace tantos domingos que no te veo y quién sabe cuándo te veré
Pasan las horas, los días, las semanas y casi pasa el primer mes desde que se declaró el cese de actividades por la cuarentena en la dura batalla contra el Coronavirus Covid-19. En ese vaivén de las agujas del reloj indicando que el tiempo avanza, aunque el mundo esté paralizado, todo aquel que de alguna u otra manera se vincula al fútbol, ya lo extraña en demasía.
A sabiendas que la situación por la que atraviesa la humanidad es realmente seria y que solamente así se podría detener la acción del deporte que mueve a multitudes por el mundo, el futbolero se siente solo, vacío, como si una parte de sí no estuviera o le faltara.
Más allá de los esfuerzos maravillosos de todos los frentes desde donde se produce fútbol por mantener viva la llama y el fervor por la actividad, la necesidad se ha hecho sentir con rigurosidad. Vaya que hay material de biblioteca para entretenerse repasando y hasta viendo por vez primera aquellos momentos, partidos o campeonatos que no pudimos ver al momento. Pero nada, nada como la efervescencia de un nuevo encuentro, porque el cliché tiene toda la razón, “todos los partidos son diferentes”.
Quienes dedican su tiempo libre a observar fútbol y hasta de manera neutral, quizás lo noten de mejor manera. No es lo mismo repasar los grandes clásicos o aquellos partidos que escribieron con letras doradas la historia de los mundiales, porque ya sabemos qué pasó, que disfrutar un cotejo en vivo, por menor categoría tenga en la competencia a la que pertenezca (Primera, Segunda, Tercera División, etc).
Rememorar la historia tiene una gran connotación, tiene un tremendo valor, para enriquecerse, para detallar de todo, desde lo que no vimos al momento del hecho, hasta para reforzar conceptos y teorías para aquellos que profundizan en la actividad. Pero el partido en vivo, ¡jum!, ese no tiene precio, ni comparación.
La razón ha llevado por estos días al futbolero a entender y digerir de manera fácil que no se puede, que la actividad balompédica está detenida y que no se sabe cuándo regresará. Pero el sentimiento y la pasión por el balón lo llevan a buscar alternativas que puedan llenar esas ansias de querer estar de vuelta en las canchas, en la tele, en la radio, en las redes.
El amante del fútbol anhela volver al café todas las tardes y conversar con los amigos sobre el partido del domingo, el que pasó y del que viene, sobre el enfrentamiento de Champions que quizás se desarrolla mientras toman el tinto.
Esa es la prueba más dura para todo futbolero, como la que tiene toda la humanidad, aprender mantener la distancia hasta que la pandemia pase y volvamos a la vida cotidiana, si es que regresa la misma.